La idea de estas vacaciones era combinar el descanso con el turismo, así que, después de desayunar en la cafetería que está junto al hotel, nos fuimos derechos a la oficina de información turística. Tengo que decir que no trajimos nada preparado desde casa y la intención era organizar todo aqui.Y menos mal que me he traído la tablet, porque en la oficina de información se limitaron a darnos un mapa y un panfleto de una empresa de alquiler de coches. Eso si! Nos dijo la chica que el bus 910 es el que va a la playa de Las Teresitas y que pasa cada 15 minutos. Así que, mochila en ristre, nos fuimos para allí.
La playa esta cerca y el paseo en guagua no dura más de un cuarto de hora. El trayecto bordea todo el puerto que, aunque industrial, resulta agradable. Eso sí, la vista mejora considerablemente una vez llegas al destino. Aunque la primera impresión te deja de piedra.
El cementerio es antiguo y, claramente está en desuso. Pero aun así no deja de ser extraño el contraste de las tumbas con la gente en bañador.
Por lo demás Las Teresitas es una playa bastante chula. Las vistas de la montaña junto a la costa la hacen especial y resulta ser bastante cómoda. Sin perder el encanto de las playas tropicales uno cuenta con las ventajas de tener baño, duchas, bares, restaurantes para comer...
Cuando las quemaduras en la piel empezaron a ser preocupantes nos volvimos a Santa Cruz. Todavía no habíamos inspeccionado la ciudad, así que salimos a dar un paseo. La vegetación de Tenerife es muy diferente a la del norte, los árboles son una verdadera pasada.
Para ver mejor la flora nos fuimos a ver los parques de la ciudad. En el Príncipe de Asturias no estuvimos más que lo justo para sacar la foto porque nos comían los bichos. Pero en el García Sanabria si estuvimos un buen rato disfrutando del paisaje e identificando los árboles que más nos gustan gracias a los carteles indicativos.
