Una excursión muy sencilla y que merece la pena hacer si estas pasando unos días en Santa Cruz de Tenerife es la de San Cristobal de La Laguna. Es un municipio que está muy cerca de la capital de la isla, prácticamente esta unido a esta, y al que se puede ir en transporte público. Nosotros fuímos en bus, pero el tranvía te lleva hasta el mismo centro. Elegimos el bus porque así nos dimos un paseo hasta el auditorio de Santa Cruz, está diseñado por Calatrava, que no es santo de mi devoción, pero bueno, lo vimos y nos hicimos la foto de rigor.

San Cristobal de la Laguna fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999 por ser un ejemplo único de ciudad colonial sin amurallar, ese es uno de los motivos por los que merece la pena ser visitada, el otro es el ambiente que hay por sus calles. Y es que La Laguna es ciudad universitaria y, por tanto, siempre se ve gente joven paseando por sus calles.

En el plano turístico, es de obligado cumplimiento visitar La Catedral de Nuestra Señora de los Remedios. Una de las cosas que más me ha llamado la atención de los templos que hemos visitado en Tenerife es el color claro de sus paredes. Ya lo he comentado más veces, pero choca mucho con la piedra oscura de las iglesias que se suelen ver por el Norte de España.

Tuvimos la mala suerte de visitar la Catedral en obras, esto no ha sido en Julio y no sé si ya habrán terminado. Así que tendremos que volver para poder verla mejor. Eso sí, lo haremos durante el curso para disfrutar del ambiente universitario que en Julio decae un poco.

No siempre se puede acertar en los viajes y, sin duda, nosotros este día nos equivocamos. Ya he comentado en algún post anterior que el viaje a Tenerife fue un poco sin preparar. El trabajo y algunas cuestiones personales nos tenían muy ocupados y no tuvimos mucho tiempo de sentarnos a mirar por Internet las cosas que visitar en la isla. Más bien era por las noches  cuando nos sentábamos un rato en el hotel a planera la excursión del día siguiente. Teníamos ganas de monte, así que nos fuimos a ver el Paisaje lunar.

La aventura ya empezó regular desde el principio. Como nos entretuvimos un poco más de la cuenta viendo La Candelaria, llegamos a una hora un poco rara a las faldas del Parque del Teíde. No sabiamos si comer antes o después de ir a ver el Paisaje, vimos un restaurante a pie de carretera en Vilaflor y allí comimos.

Teide-Flor se llama el sitio (No sé si se ve bien en la foto). La verdad es que comimos bastante mal, todo congelados y las papas con mojo más bien crudas. Se puede decir que únicamente sirvió para llenar un poco el estómago y comenzar la ruta.

Subimos al Paisaje Lunar por la localidad de Vilaflor, entramos por una pista por donde se supone que no pueden pasar los coches, pero como vimos algunos que subian fuímos dentrás. Y menos mal, porque sino hubieramos caminado un par de horas más, fácil, hasta llegar al sendero del Paisaje Lunar.

La subida hasta el paisaje es de una tres horas más o menos. El camino es bastante sencillo y muy bonito, una vez que se coge altura se llega a ver el mar. Es recomendable llevar agua porque en Tenerife el clima es bastante cálido, y lo que es imprescindible es llevar una gorra y crema para el sol. Hay varias senderos para subir y para bajar, pero si me adminitis un consejo, hacedlo por el mismo o es fácil que os perdais, como nos pasó a nosotros!!!

Y es que, una vez visto el paisaje, que tampoco es para tirar cohetes, dedicidimos bajar por otro sendero, para ver otra parte del monte. Y sí que la vimos sí... nos perdimos. Sin agua, sin batería en los móviles y después de haber caminado ya más de 4 horas nos encontramos sin saber por dónde tirar. Una coas sí teníamos clara, teníamos que volver a la civilización antes de que se hiciera de noche, así que tiramos para abajo sin tener ni idea de dónde apareceríamos. Conseguimos llegar a lo que parecía una zona de huertas, donde no se veía un alma y se escuchaban demasiados perros, allí encendimos uno de los teléfonos y con la poca bateria que tenía conseguimos ver que estábamos a unos 30KM de dónde habíamos dejado el coche. Habíamos bajado por la otra punta del monte. La idea estaba clara, llegar al siguiente pueblo y pedir un taxi, lo malo es que no tenía pinta de haber un pueblo cerca. Un poco cansados de caminar y ante la perspetiva de tener que andar otras 6 horas, por lo menos, nos tiramos encima del primer coche que vimos pasar. Resultó ser un hombre muy majo que iba con su hijo y su padre, y que muy amablemente nos llevó hasta nuestro coche. Para las 22:00 estábamos de vuelta en el hotel.

No sé si es por la paliza que nos pegamos, pero la verdad es que el Paisaje Lunar no me pareció gran cosa. Si os sobran días es un paseo bonito, pero seguro que hay sitios mejores en la isla para visitar.

Como buena orduñesa de vez en cuando toca subir a la Peña. Así es como se conoce coloquialmente al monte Txarlazo, en Vizcaya. Hay varias rutas que llegan hasta la cumbre, pero la más bonita es la que parte desde Orduña por detrás del Santuario de La Antigua, y quizá sea también la más dura. La subida por este camino es de aproximadamente una hora, que no te desanime la pendiente del principio, es sin duda la parte más complicada, pero una vez el sendero empiece a serpentear, la cosa se pone más fácil.

Como decía, el camino empieza detrás del Santuario de La Antigua, hay una pequeña cuesta peatonal justo detrás del templo, se cruza la carretera y se sube por una pista, esta la única parte asfaltada del recorrido, después ya se pisa monte. 

A pesar de que el paseo no es muy largo, en menos de dos horas se puede subir y baja, es recomendable llevar un poco de agua, ya que la única fuente de todo el camino está casi en la cima. El agua de Gualdetxo es potable, aunque a veces se ha puesto cartel advirtiendo de que no está clorada. Varias generaciones de orduñeses hemos bebido toda la vida de ahí y nunca nos ha pasado nada, así que no dudes darle un buen trago si al llegar tienes sed.

Una vez pasada la fuente sólo te quedan dos curvas para llegar a la cima. Y una vez arriba es de obligado cumplimiento llegar hasta La Virgen para disfrutar de las vistas. Y es que desde lo más alto del monte Txarlazo la Virgen de La Antigua cuida de todos los orduñeses. Lleva haciéndolo desde 1904 que se levantó el monumento de hormigón. Cuenta la historia, que en un principio la imagen era una pequeña talla de madera que los pastores burgaleses giraban sin esfuerzo hacia sus tierras buscando la protección de la Virgen. Los orduñeses, temerosos de perder el favor de la madre de Dios, decidieron poner fin a ese problema con la construcción de una estatua que nadie pudiera mover. Desde luego se lo pusieron dificil a los de Burgos porque el monumento tiene 30 metros de altura, ni me imagino lo que puede pesar.

Una vez abajo nos fuimos a Amurrio, a 7Km de Orduña, en busca del restaurante Ruperto. Nos habiamos ganado la alubiada. La decepción vino al ver que estaba cerrado por vacaciones. Pero bueno, nos han hablado tan bien de ese sitio que volveremos.

Ya he comentado en alguna otra ocasión que Tenerife me recuerda mucho a latinoamérica, no sé si será por el clima, por la vegetación, por el acento de sus gentes,... el caso es que andar por sus calles es como recorrer Colombia, o más bien Venezuela. Pero si hay un lugar que me transportó a estos lejanos lugares, ese es sin duda La Candelaria.

Está muy cerca de la capital, aunque en la isla todo está cerca, a unos 17 km. Nosotros fuímos en el coche de alquiler, aunque supongo que también se podrá ir en transporte público. Da igual como vayas, pero lo importantes es ir hasta allí.

Lo primero que vimos cuando aparcamos en el centro fue el paseo marítimo y su estrecha playa de arena negra. No es un paseo hecho para turistas, aunque sin duda la localidad acogerá muchos cada año, es un paseo hecho para pasear. Allí vimos por primera vez las estatuas de los Guanches, de los que ya he hablado en algún post anterior.

Y junto a los primeros habitantes de la isla, la patrona, la Virgen de la Candelaria. Si antes dije que las calles de Tenerife me recordaban a Venezuela por el clima y por la música del acento canario, visitar la iglesia de La Candelaria fue como volver a México. En la península estamos acostumbrados a las pideras grises y oscuras de las iglesias y catedrales, sin embargo esta es blanca y clara, y el interior está lleno de colorido.

Junto a la iglesia también se pueden visitar unas cuevas, aunque este mes de Julio el acceso ha estado cerrado por obras en la fachadad del monasterio que hay junto al templo y nosotros no las vimos. Lo que sí visitamos fue el museo de artesanía tradicional canaria situado en lo alto del pueblo, el museo es interesante, habla de la forma peculiar de trabajar el barro desde tiempos de los Guanches, aunque lo mejor son las vistas que hay desde allí.

Después del paseo por La Candelaria nos fuímos derechos hacia el paisaje lunar y no comimos allí, aunque por las calles vimos muchos lugares dónde daban menús, así que se puede pasar allí el día entero tranquilamente, con siesta en la playa incluída.

Este fin de semana, como ya adelanté en www.facebook.com/www.conlamaletaacuestas, no ha habido escapada ni salida al monte porque hemos estado de Boda. Se ha casado un buen amigo, y la verdad es que lo ha hecho por todo lo alto eligiendo un castillo de princesas. Y no ha tenido que irse demasiado lejos de Bilbao, a una media horita larga en coche y muy cerquita de Gernika. Los novios se dieron el sí quiero en el Castillo de Arteaga.

Este castillo también es conocido como el castillo de Eugenia de Montijo, si bien la esposa de Napoleón III nunca llegó a residir en él. El nombre le viene, sin embargo, porque fue ella quien mandó reconstruirlo para conmemorar el nombramiento de su hijo como "vicaíno originario", título que otorgaban las Juntas de Vizcaya. Hoy en día el castillo es un hotel en el que se celebran bodas y en el que uno se puede hospedar por unos 190€ la noche. 

No es el único castillo de Princesas que hay en el País Vasco. No demasiado lejos de Arteaga, a unos 50 km, se puede visitar el Castillo de Butrón, en Gatika. Este edificio también parece sacado de un cuento Disney, aunque ha tenido menos suerte que el anterior y actualmente esta vacio y en desuso. Pero no siempre fue así. El Castillo de Butrón está ligado a las familias reales de Castilla y entre sus paredes se hospedaro descendientes directos de Sancho Garcés I de Navarra. Hoy en día está en venta y no se puede visitar por dentro, pero merece la pena darse un paseo por los alrededores que lo transportan a uno a otra época.

No tengo por costumbre contratar las comidas en los hoteles en los que me hospedo. Por lo general están sujetas a horarios demasiado estrictos y la variedad no suele ser muy amplia, por no hablar de los precios. Prefiero ir descubriendo la comida local en los restaurantes que me voy encontrando, comer un día a la carta, otro día un menú sencillo, incluso comida basura.

De hecho, una de las sorpresas más gratas de nuestra estancia en Tenerife fue descubrir la cafeteria Olimpo, en la Plaza de la Candelaria de la misma capital. Se trata de un gran local con terraza en la calle dónde poder comer y cenar muy bien a muy buen precio. Ninguna de las veces que estuvimos allí la cuenta fue más de 20€, y creedme que somos de buen comer. El servicio es muy agradable y cuenta con música en directo, por lo menos en las noches del mes de Julio.

Dentro del mismo Santa Cruz la oferta de restaurantes es muy grande, y en la mayoría de ellos la comida es típica de la isla. Por eso, un poco cansados ya de tanto mojo, nos pasamos, por una vez, a la comida portuguesa. La Tasca Madeira, en la calle Imeldo, carece totalmente de glamour, pero por muy poco dinero sales lleno a reventar. La comida es de muy buena calidad y muy barata. Es de estos sitios dónde te sientes como en casa, el dueño del local es un portugues afincado en la isla, y haciendo honor a sus compatriotas, se desvive para que el cliente quede satisfecho. Un consejo, pedid medios platos porque con los enteros comen hasta cuatro personas.

Otro de los sitios dónde repetimos varias veces fue en el restaurante El Rubi. Se encuentra en San Andrés, cerca de la Playa de Las Teresitas. Es un poco más caro que los sitios que hemos comentado hasta ahora, pero tiene horario de cocina ininterrumpido y la comida es bastante buena. Pero si estais buscando algo más barato, en San Andrés cada cuatro pasos hay un restaurante. El rincón del pescador, también cerca de la playa, es otro de los sitios dónde comimos muy agusto. La comida es un poco más barata que el Rubí y hay más oferta de tapeo.

Y saliendo ya un poco de la zona de Santa Cruz, en La Laguna hay un sitio llamado La Princesa y el Guisante donde nuestro amigo del Facebook Bitxo Bola recomienda encarecidamente que vayamos. Según sus palabras, el trato es fenomenal, la decoración fantástica y precios razonables. Yo no comí allí el día que visité esta localidad, pero al parecer a nuestro amigo se lo recomendaron y salió muy contento, así que... ahí queda ese consejo.

Pero no todos son aciertos. Dónde no os recomiendo comer es en el Restaurante Teide Flor en Vilaflor. Paramos allí justo antes de emprender nuestra aventura hacia el paisaje lunar y no salimos nada contentos. Llenamos el buche, sí, pero con congelados y comida muy mediocre. No volvería a comer allí.

Y en cuanto a la oferta hotelera... que decir tiene que en Tenerife hay un hotel a cada paso que das. Nosotros nos alojamos en el Hotel Plaza Adonis situado en la Plaza Candelaria de Santa Cruz. No es un sitio lujoso pero es barato, limpio y bien situado. Yo estuve muy contenta, pero como podía haberlo estado en cualquier otro sitio. Es cierto que en el Norte los alojamientos son bastante más baratos que en el Sur de la isla, que es mas turísitico. Es como todo, si buscas días de sol, playa y txiringito pues igual te compensan los hoteles del sur aunque sean más caros, pero si vas a visitar cosas te compensa quedarte en el norte porque el coche te lo tienes que alquilar igual y de punta a punta de la isla tardas como hora y media.

Uno de los motivos por los que me gusta viajar es porque siempre se aprende algo nuevo. Ya he confesado en algún post anterior que el viaje a Tenerife no lo preparamos en absoluto, no preparamos las excursiones, no miramos ninguna empresa dónde alquilar un coche, no sabíamos cual era la playa más cercana... y mucho menos nos miramos la historia de la isla. Por eso, la primera vez que nos hablaron de los Guanches, a mí me sonó a comida. Pero no, resulta que fueron los primeros moradores de Tenerife. A partir de ahí ya todo fue un sinvivir de mirar en Wikipedia y en algún libro que encontramos en una tienda de regalos.

Pues no resulta que los Guanches vivieron en la isla desde el siglo V A.C. hasta 1496! Los Reyes Católicos desde luego triunfaron, descubren América, reconquistan las tierras que ocupaban los moros y consiguen someter a estas tribus. Pero antes de que los obligaran a adoptar los ritos y creencias cristianos, los habitantes de Tenerife eran politeístas, siendo los dioses más importantes Achamán (dios del cielo y supremo creador), Chaxiraxi (diosa madre identificada más tarde con la Virgen de Candelaria), Magec (dios del sol) y Guayota (el demonio).

Pero había cuesiones en las que los Guanches no se diferenciaban de sus vecinos peninsulares, la sociedad se dividía en ricos y pobres. Siendo la forma de medir los posibles las cabezas de ganado. Por encima de los ricos, o nobleza, estaba el Rey. Uno de los Monarcas más importantes fue Tinerfe el Grande, ya que el fín de su reinado trajo una importante división de la isla en diferentes territorios. A su muerte, sus nueve hijos se rebelaron y se repartieron la isla en nueve menceyatos y dos achimenceyatos independientes.

En 1496 Alonso Fernánde de Lugo desembarca en las costas de Santa Cruz de Tenerife junto a otros 2.200 hombres. Entre los Guanches surgen dos posturas y se crean el Bando de Guerra y el Bando de Paz. Dos años duró la conquista de la isla, tras la derrota de los Guanchez, el territorio se repobló con colonos procedentes de las tierras de Castilla. Los hombres que había conformado el Bando de la Guerra fueron exclavizados en su gran mayoría.

La idea de estas vacaciones era combinar el descanso con el turismo, así que, después de desayunar en la cafetería que está junto al hotel, nos fuimos derechos a la oficina de información turística. Tengo que decir que no trajimos nada preparado desde casa y la intención era organizar todo aqui.Y menos mal que me he traído la tablet, porque en la oficina de información se limitaron a darnos un mapa y un panfleto de una empresa de alquiler de coches. Eso si! Nos dijo la chica que el bus 910 es el que va a la playa de Las Teresitas y que pasa cada 15 minutos. Así que, mochila en ristre, nos fuimos para allí. 

La playa esta cerca y el paseo en guagua no dura más de un cuarto de hora. El trayecto bordea todo el puerto que, aunque industrial, resulta agradable. Eso sí,  la vista mejora considerablemente una vez llegas al destino. Aunque la primera impresión te deja de piedra.

El cementerio es antiguo y, claramente está en desuso.  Pero aun así no deja de ser extraño el contraste de las tumbas con la gente en bañador.

Por lo demás Las Teresitas es una playa bastante chula. Las vistas de la montaña junto a la costa la hacen especial y resulta ser bastante cómoda.  Sin perder el encanto de las playas tropicales uno cuenta con las ventajas de tener baño,  duchas, bares, restaurantes para comer...

Cuando las quemaduras en la piel empezaron a ser preocupantes nos volvimos a Santa Cruz. Todavía no habíamos inspeccionado la ciudad, así que salimos a dar un paseo. La vegetación de Tenerife es muy diferente a la del norte, los árboles son una verdadera pasada.

Para ver mejor la flora nos fuimos a ver los parques de la ciudad. En el Príncipe de Asturias no estuvimos más que lo justo para sacar la foto porque nos comían los bichos. Pero en el García Sanabria si estuvimos un buen rato disfrutando del paisaje e identificando los árboles que más nos gustan gracias a los carteles indicativos. 

A las 12:35 comenzaba la aventura de Tenerife,  la hora en la que embarcábamos en el aeropuerto de Loiu, en Bizkaia. Hemos volado con Air Europa, con una oferta conseguida a través de la web www.rumbo.es. Ha sido viaje tranquilo y puntual, algo raro cuando se va en avión, la pena... No haber encontrado un vuelo directo y haber tenido que hacer escala en Madrid. 

Hemos llegado a la T2 del aeropuerto de Barajas a las 13:30, con el tiempo justo de comprar algo para comer y salir corriendo a hacer la conexión.  La prisa ha hecho que no hayamos podido mirar mucho donde conseguir unos bocatas, 23€ hemos pagado por 3 pepitos de embutido y una Coca Cola, que nos hemos tenido que comer en el suelo.

Pero el precio desorbitado por el aperitivo no ha sido lo único negativo de la escala. Los baños de la terminal estaban hechos un asco. No he volado mucho a traves de la T2, pero la he visto un poco dejada, con lo limpia que siempre me he encontrado la T4, me ha sorprendido ver esta así. 

Finalmente hemos despegado hacia Santa Cruz de Tenerife.  El vuelo ha sido tranquilo, si bien el despegue y el aterrizaje han sido moviditos. Para las 17:00, hora local, estábamos en el aeropuerto de Los Rodeos buscando un taxi que nos llevara al hotel. Hemos llegado famélicos, los pepitos han sido tan caros como escasos, así que nos hemos bajado a las terrazas de la calle a comer algo.

Olympo se llama el restaurante donde hemos cenado y esta situado enla Plaza de la Candelaria. Hemos comido 5 tapas con bebida y café por 19€, y eso que 1,7 nos han cobrado por el pan. El primer contacto con la isla ha sido positivo.

Ya lo he dicho en el blog más veces... lo que tiene vivir en el norte es que nunca sabes a ciencia cierta si el día amanece bueno o malo para hacer excursiones. Así que hay que arriesgar, una veces se gana y otras te agarras una buena chupa.

Hace tiempo que tenía ganas de volver al Bosque Pintado de Oma, en Vizcaya. Se trata de una obra de arte del artista vasco Agustín Ibarrola pintada en los árboles, si te colocas en los lugares indicados el efecto óptico que forman las diferentes figuras pintadas en los troncos resulta extraordinario. Estuve de cría con el grupo de Tiempo Libre, pero desde entonces no había vuelto. Miré en Internet y vi que esta a media hora larga de Bilbao en coche, tengo que decir que me llevé un poco de chasco, cuando uno es pequeño las distancias parecen enormes y cada pequeña escapada parece toda una aventura. El día no parecía muy bueno, teniendo en cuenta que estamos en Julio, pero tampoco parecía un día malo, con mucho calor tampoco nos gusta salir por ahí... demasiada gente. El caso es que no las jugamos, cogimos el coche dirección Gernika y nos plantamos en el Bosque Pintado.

El camino que separa el parking del Bosque es un paseo de una hora a paso normal. No es una caminata dura y el paisaje es muy bonito. Tal y cómo pensamos, las nubes habían espantado al resto de los mortales y estuvimos casi solos durante todo el trayecto. La mar de agusto. Pero fue llegar al Bosque (insisto, a una hora caminando de donde habíamos dejado el coche) y empezó a llover como si no hubiera llovido nunca. Nos metimos un momento bajo un árbol con la ilusión de que pararía en cualquier momento. Pero cada vez llovía más, así que, ya que estábamos allí, pues vimos el bosque y nos sacamos unas fotos.

Una vez calados hasta la ropa interior, y en vista de que aquello no tenía pinta de mejorar, emprendimos el camino de vuelta. No pudimos disfrutar de la pintura de Ibarrola como se merece... pero nos ganamos una buena alubiada. El restaurante más cercano es el Lezika, www.restaurantelezika.com. Es un sitio muy bonito dónde se celebran bodas y eventeos especiales. Siguiendo la búsqueda de nuestra alubiada perfecta, no miramos ni la carta. La comida estuvo bien, aunque sigue en cabeza la alubiada del Museo Vasco que nos comimos en Artea. La relación calidad-precio fue mucho mejor. En Lezika pagamos 45€ por la alubiada, postre, café y txakolí unos 10€ más que en Artea dónde el putxero fue más grande y además comimos segundo.

Como digo, no pudimos disfrutar del Bosque como se merece, así que tendremos que volver. Además, como fue una excursión que surgió de repente y sin preparar tampoco pudimos entrar en las Cuevas de Santimamiñe, que están ahí mismo, ya que hay que coger la entrada por Internet. Así que habrá un próximo post de este mismo lugar.